domingo, 24 de enero de 2016

Statu Quo: MI ZONA DE CONFORT


Cuando nos referimos al STATU QUO de una persona, por lo general lo relacionamos al estado social, económico, político o religioso de acuerdo al momento que esté viviendo o también puede ser visto como el mantenimiento, defensa o resistencia al cambio de ciertas condiciones personales desde un punto de vista emocional, físico o espiritual. 


El término puede ser usado comúnmente para hacer referencia a una condición de parálisis bajo consentimiento, que es muy difícil cambiar por la esencia que la origina, ya sea por comodidad, acomodo, pereza, descuido, inconsciencia, apatía, desconocimiento, indolencia, indiferencia o despreocupación, por ejemplo: La llamada ZONA DE CONFORT o ZONA DE INERCIA es el estado de acomodo que algunas personas han procurado para mantener una condición que se considera de "ansiedad neutral", estableciendo como un equilibrio o armonía esclavizante que te da una tranquilidad aparente y te mantiene estático; por eso muchas personas tienen temor a romperla, no se atreven a dar el paso del cambio, ya que cuando se altera el STATU QUO existe cierta incertidumbre que puede desencadenar en ansiedad, pero cuando se obtienen los resultados favorables existe un estado de agitación, conmoción o gozo que te llevan a una dimensión de mayor satisfacción y libertad. 

Todo esto es una realidad siempre y cuando está bajo la dirección el Espíritu Santo, aún cuando los resultados no son los esperados o son adversos; quién lo hace en la carne o en su voluntad humana, siempre presentará una queja y desagradecimiento oculto, el supuesto gozo en tan fugaz que se transforma en inseguridad, incredulidad, decepción, miedo, soberbia que tienden a entenebrecer nuestra alma.

La inercia es la incapacidad que tienen las personas de modificar por sí mismos su estado, ya sea de reposo o movimiento en que se encuentran. Por lo general es la resistencia al cambio por la intervención del poder de Dios. Todo hijo de Dios que no vive gobernado por el Espíritu Santo tiende a desgastarse utilizando su energía almática, llámese carne, esfuerzo físico o moral (que yo lo denominaría su energía “religiosa”), viviendo en una constante postergación de los procesos de conversión en cada área personal, tal como: la comunión, el carácter, el temperamento, la relación con su familia, los compañeros de trabajo, la oración, el servicio, etc. 

Se deja atrapar de la desidia, la falta de energía para trabajar su vida espiritual dejando de edificarla sobre la roca, que es Jesucristo. Su vida expresamente se convierte en una rutina religiosa, en otras palabras pura INERCIA, inacción, inactividad, inmovilidad, desgano, flojedad, indolencia, abandono, descuido, estatismo, parálisis para con Dios pero no para las cosas del mundo.

Muchos se plantearan que quieren vencer cosas adversas de la vida, las cosas que le estorban, pero aunque saben que lo que hacen no es bueno, no existe arrepentimiento genuino, saben que se han salido de lo normal y de los propósitos de Dios, no buscan romper esa inercia sino que permanecen cargando un muerto en su espalda, prefiriendo un estado de inmundicia y pecado, apartados de Dios, pero eso sí, aparentando piedad y santidad, tratando de engañar a otros vanamente, a sabiendas que al Altísimo no lo podemos engañar.

Todo se queda ahí, en sueños, deseos, planes, intentos fallidos de ser un nuevo hombre, quejándonos constantemente con Dios y preguntándonos ¿Por qué a mí? Si hecho todo lo que han dicho mis líderes, he cumplido con los mandamientos de Dios, he seguido fielmente la doctrina, pero me ha faltado la CONVERSIÓN, me ha faltado el rompimiento de mi STATU QUO, mi estado de INERCIA espiritual, simplemente me conforme con la derrota o con la victoria y decidí quedarme allí, cumplir con lo que me mandaron, como el siervo inútil, pero no fui “más que un vencedor”, me conforme con lo básico. Con Cristo no basta con vencer y volver a estatizarme, sino seguir venciendo hasta llegar a su estatura, eso es lo que discernido de las escrituras.

He visto como muchos hijos de Dios hemos caído en profundas frustraciones, derrotas, fracasos, cuando el Señor, que es soberano, no cumple nuestras vanas peticiones o milagros; cuantos milagros a la gente enferma no hizo Jesús y sin embargo cuando lo crucificaron prefirieron callar, negarlo o esconderse por estar sumergidos en la inercia por temor a ser castigados, avergonzados o muertos. Finalmente se acomodaron al sistema humano hasta que se les revelo el CRISTO RESUCITADO, es cuando hubo una conversión genuina, por eso Jesús decía: “¿NO TE HE DICHO QUE SI CREES, VERÁS LA GLORIA DE DIOS?” (Juan 11:40),

El asunto es que hay un problema de fe en muchos hijos de Dios, producto de la actitud espiritual, del conflicto mental o almático no tratado por Dios y con Dios, sino a través de una estructura doctrinal, basada en creencias religiosas equivocadas, de posturas de carácter particulares, de rebelión oculta, de apatía por las oraciones no respondidas u otros elementos salidos de los cánones divinos. Pudiendo incluso haber ausencia de la presencia de Dios a pesar de haber recibido a Cristo y haberlo confesado como Rey, Señor y Salvador de su vida.

Si no nos esforzamos en nuestra conversión o si existe un desinterés por las cosas de Dios y nos preocupamos más por las frivolidades del mundo o si me gusta la comodidad con el mínimo esfuerzo o si vivo refugiándome en mis criterios o criterios de otros sin la presencia del Señor, si utilizo la desidia y dejadez postergando mi relación con Dios, viviendo un  cristianismo ligth, abandonando mi vida para ir detrás de otros dioses, si soy indolente con mis semejantes, vivo en un constante despropósito como quien dice: “como vaya viniendo vamos viendo” o vivo en una constante rutina religiosa, sumergiéndome en tradiciones, costumbres o prácticas sin mayores planes de vida, solamente esperando la muerte física para ver donde voy a ir a parar, entonces soy un INERTE ESPIRITUAL, vivo en mi pobre STATU QUO y no en la grandeza y gloria de Dios.

Romper la inercia, es profundizar con Dios a través de su Espíritu hasta vencer la muerte como venció Jesucristo, y después de vencer, triturar mi Statu Quo y humillarme ante su presencia, convirtiendo mi inercia espiritual en alabanza y adoración haciéndome el más insignificante de sus hijos, para ser más que un vencedor, por eso tratare de callar ante la injusticia sin queja ni ira, someteré mi voluntad a la suya considerando todo basura a causa de Jesucristo, amaré sin esperar nada a cambio, sufriendo todo, sin irritarme, sin rencor, soportando con mansedumbre y benignidad las bofetadas de las consecuencias de mis acciones; sin envidiar a mi hermano, ni jactarme o envanecerme; haciendo lo debido, sin buscar lo mio, gozándome de la verdad, creyendo y esperando todo, ya que El amor del Señor nunca dejará de ser y en Él confío.

Solo te pido Padre Santo que estás palabras queden grabadas en mi corazón y que nunca me olvide de ellas para glorificarte, darte honra y entregarte mi vida como ofrenda grata y viva, digna de ti. Te amo mi Señor.

PD. Hay palabras que llegan y remueven la cuña que no me deja avanzar, si esta es una de ellas, te hago la invitación que la compartas para que otros se edifiquen como hemos sido edificados tu y yo.  Dios te bendiga

No hay comentarios:

Publicar un comentario