Cuando escuchamos la frase "El Enemigo Público
N° 1", nos trasladamos a las famosas películas de acción y policías donde hay
un villano que quiere destruir el mundo y aparece el héroe, que tiene habilidades
y capacidades especiales, que por lo generar no es de este mundo, para salvar
el día. Hay muchos que piensan que esto solo existe en las mentes de los
escritores y guionistas, sin embargo, todo individuo, toda persona, todo hijo
de Dios tiene un Enemigo N° 1, el cual tiene que vencer; el detalle está, en
identificar ¿Cuál es el Enemigo?
IDENTIFICANDO AL ENEMIGO
1.
Muchos creyentes, después que reciben a Cristo,
piensan que el diablo, sus demonios y huestes de maldad son el Enemigo N° 1
a vencer, por eso viven orando, reprendiendo y haciendo “guerra espiritual”, ven
demonios por todos lados, fundamentando esta verdad o creencia en Efesios 6:12 “Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”, hay una realidad que
no debemos ignorar, que el maligno anda suelto con sus asechanzas buscando a
quien devorar; sin embargo no olvidemos, que este combo fue vencido en la cruz
por nuestro Señor Jesucristo. Observemos lo siguiente: Efesios 2:2 “En los
cuales anduvisteis en otro tiempo {antes de recibir a Cristo}, siguiendo
la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”; Efesios 4:27 “Ni
deis lugar al diablo”; 1 Pedro 5:8 “Sed sobrios, y velad;
porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar”; Efesios 6:11 “Vestíos de toda la armadura de
Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”; Santiago
4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de
vosotros”; 1 Juan 5:19 “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo
el maligno”; ¿Quién es el desobediente que sigue la corriente del mundo
dominado por satanás? ¿Quién es el que le da lugar en su vida después de
recibir a Cristo? ¿Quién es el que debe ser sobrio, vestirse de santidad, estar
firme, velar, resistir, someterse a la voluntad del Señor? Pues, “Nosotros”,
entonces por qué batallamos contra la consecuencia, si no atendemos el
verdadero origen del problema. Pero sigamos, que esto ¡se pone bueno!
2.
Ahora, otros tantos hijos de Dios, le echan la
culpa al mundo, a sus aflicciones, atribulaciones, deleites y tentaciones, y
basan esta afirmación en: 1 Juan 2:16 “Porque todo lo que hay en el mundo, los
deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no
proviene del Padre, sino del mundo”, entonces viven luchando, en la carne, contra
lo que el mundo les ofrece, pero sobre todo lo que les ofrece a otros, ya sea
por religiosidad, sabiduría terrenal, envidia, queja o deseos reprimidos, donde
se aprecia claramente que el amor de Dios no está en ellos, sino en las cosas
del mundo, porque son prioridad en sus vidas, llegando a una amistad tan íntima
y peligrosa con el mundo y sus deleites que los llevan a moradas de tinieblas, constituyéndose
en enemigos de Dios, “sin querer, queriendo” como diría en Chavo del ocho.
Observemos: 1 Juan 2:15 “No améis al mundo, ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”; 1 Juan
5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”; Juan 16:33 “Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido
al mundo”, 2 Pedro 1:4 “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y
grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a
causa de la concupiscencia”; Santiago 4:4 “¡Oh almas adúlteras! ¿No
sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera,
pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Igualmente,
me hago las mismas preguntas: ¿Quién es el que ama al mundo y no tiene el amor
del Padre? ¿Quién es el que no tiene paz, vive angustiado, desesperado,
desamparado o destruido? ¿Quién perdió la confianza en Dios? ¿Quién coquetea
con la corrupción? ¿Quién es adultero y se constituye en enemigo de Dios? Pues,
“Nosotros”, entonces por qué le echamos la
culpa al mundo, si todo tiene un propósito, no será que es la manera de probar la fidelidad de nuestros corazones.
3.
Para cerrar este ciclo, muchos le echan la culpa
a la carne, y nos gusta repetir cómo eslogan: ¡Lo que pasa que la carne es
débil!, quiere decir que ellos se oponen al Espíritu Santo de Dios abiertamente
porque Gálatas 5:17 “…el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el
del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis
lo que quisiereis”; entonces no nos engañemos a nosotros mismos, ¿Dónde está el
Cristo de Filipenses 4:13? “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, el Cristo
que le da la fuerza para vencer a la carne; quien hace y dice estás cosas
todavía no ha muerto en la cruz, no se ha despojado del viejo hombre, vive
aferrado a un sacrificio vano, a una cruz vacía, no ha dado el paso para convertirse
de sus malos caminos y no se le ha revelado el Cristo resucitado, vivo y
glorioso. Efesios 2:3 “… Nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de
nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y
éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” y ahora ¿Qué? será que
se cumple 1 Gálatas 3:3 “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el
Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”; Gálatas 6:8 “Porque el que siembra
para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”; Romanos 8:6 “Porque el ocuparse
de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”; Romanos
8:8 “y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. Entonces pregúntese
nuevamente: ¿Quién permite que la carne tome el control de nuestras vidas,
haciendo su voluntad? ¿Quién es el necio que desagrada a Dios, el que siembra para su
carne y destapa la corrupción oculta? ¿Quién se ocupa más de la carne que del
Señor, es decir, más de la muerte que de la vida? Indudablemente que “Nosotros”,
por eso tarde o temprano daremos cuenta de nuestra estupidez ya que 1 Pedro
1:24 “…Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la
hierba. La hierba se seca, y la flor se cae”, por eso cuidémonos de no pecar
contra Dios ni los hombres.
REFLEXIÓN
Es
evidente que el Enemigo Público N° 1 de nosotros, somos nosotros mismos,
entonces tenemos que luchar primeramente contra nuestro yo, despojándonos del
viejo hombre y de la antigua manera de vivir, el Señor hoy nos exhorta a
cambiar, así que si mentía, engañaba, robaba, adulteraba, fornicaba,
idolatraba, pleiteaba, envidiaba, se emborrachaba, corrompía, estafaba, explotaba y
maltrataba al prójimo, pues no lo haga más, arrepiéntase, pida perdón al Señor,
conviértase y apártese de esos caminos de tinieblas, sirva con un corazón
agradecido para que vengan días de refrigerio, libertad, sanidad y pueda gozar
de la presencia del Señor y su reino. Efesios 4:22 “En cuanto a la
pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a
los deseos engañosos”; Efesios 4:24 “Y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad”; porque manifiestas son las obras de la carne Gálatas 5:19-21 “…que
son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya
os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino
de Dios”; Gálatas 5:13 “…Hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que
no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos
a los otros”.
Es hora de limpiarnos de toda
contaminación que no nos deja crecer espiritualmente, viviendo en santidad, con
temor reverente, haciendo el bien sin mirar a quien, renovemos nuestro
espíritu, nuestra mente, cuerpo y corazón, seamos irreprensible, para que el
día que comparezcamos ante el tribunal de Dios no haya condenación alguna sino
que se diga: Juan 4:4 “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque
mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”; y con voz de trueno
se escuche: ¡Este es mi hijo en quien tengo complacencia! Amén…
2 Corintios 7:1 “Así que, amados,
puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y
de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”; Romanos 8:1 “Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”; Mateo 3:17 “Y hubo una
voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia”.
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