martes, 8 de septiembre de 2020

HERRAMIENTAS PARA LA CONVERSIÓN (I PARTE)

 


“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6:46; “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21.

La mayoría de las personas, independientemente su condición espiritual, en los momentos de tormento, crisis, enfermedad, o desesperación invocan el nombre del Señor, pero lo más sorprendente es que son incapaces de “hacer la voluntad de Padre” aun después de superar la circunstancia adversa que los llevó a invocarlo; es muy común ver creyentes que se niegan a estar preparados, ya sea por desconocimiento, costumbre, falta de fe, pecado, afán, ocupación, insensatez, o maldad.

Muchos son los ejemplos que podemos encontrar en la Biblia que demuestran la necesidad del hombre de ser atendido, socorrido, liberados por el Señor, en especial en Mateo 8; revisemos los siguientes versículos: (2) “Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme”; (6) “y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado”; (21) “Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre”; si bien para nosotros es lícito pedir, solicitar y hacer ciertas cosas primero, puede ser que eso no convenga, a menos que estemos primero dentro de la voluntad del Padre, es decir, estar preparados para la segunda venida del Señor Jesucristo.

Si hacemos una evaluación sincera, la mayoría no tenemos la preparación suficiente para recibir a nuestro Señor Jesucristo, ya que no hemos permanecido lo suficiente en su presencia, no le hemos entregado el control de nuestras vidas al Espíritu Santo o quizás por no contar con una herramienta o instrumento que nos ayude a moldear, tallar o pulir nuestras vidas espirituales de acuerdo a la voluntad de Dios andamos dispersos.

Hacer la voluntad del Padre está por encima de todo, queda claramente demostrado en Mateo 7:22-23, donde el Señor Jesucristo enseñaba a sus discípulos: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”; cuando no tenemos el hábito de hacer la voluntad del Padre por muchas obras que hagamos “buenas” no será suficiente para permanecer en su presencia, por lo general, estas son acciones que hacemos bajo nuestra propia voluntad o la voluntad de otros convirtiéndose eso en un esfuerzo vano, cosa que no conviene, o peor aún podemos estar haciendo la voluntad del enemigo (Satanás) y eso nos convierte en hacedores de maldad. Salmo 127:1 “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia”.

Por eso, es tan importante que dentro del proceso de planificación de nuestra vida espiritual, utilicemos ciertas herramientas, que nos ayuden y permitan desarrollar ciertos hábitos que nos lleven hacer “la voluntad del Padre”; aunque sabemos que los caminos de Dios son inescrutables, a Dios también le gusta el orden; entonces podemos desarrollar y poner en práctica una metodología interesante que servirá para el crecimiento de nuestra vida, tanto espiritual como terrenal, considerando qué debemos cumplir con estos tres requisitos primeramente: (a) Creerle a Dios, (b) Orar en el Espíritu, y (c) Ser obedientes a su palabra; de lo contrario es preferible que deje de leer y siga viviendo su “vida loca”, como diría el famoso cantante, quien está viviendo la suya; pero no olvide lo que dice la palabra en Eclesiastés 12:14 “Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”; es decir Dios nos pedirá cuentas de todas nuestras acciones, buenas o malas, aun de las que hayamos hecho en secreto, por eso en lo particular pienso, que es un riesgo que no estoy dispuesto a correr y el Señor nos exhorta hoy a que reflexionemos, entonces seamos proactivos.

1.    ¿QUÉ ES LA PROACTIVIDAD?

Toda sabiduría humana proviene de Dios, aunque con ella muchos hayan perdido el temor del Señor por culpa del pecado, la altivez y la vanagloria; es evidente que el hombre ha querido desconocer la autoridad, el poder creador y divinidad de Jesús a través de los tiempos, inventando teorías, cuentos y forjando otros ídolos (diosecitos), tratando de minimizar su grandeza y poder; sin embargo, la palabra en Mateo 24:35 dice que “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”; esto resalta mucho la importancia de cumplir su palabra; Proverbios 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Amonestaciones de la Sabiduría”.

Estuve leyendo un poco sobre el círculo de preocupación y de influencia de Covey, S. (1989) [1], y observe que lo utiliza como un “modo excelente de tomar conciencia del grado de proactividad” propio, entendiendo la proactividad como la capacidad de “hacer que las cosas sucedan”, idea de este autor que conocí a través de Ojeda, A. (2020) [2], hay ejemplos suficientes, en la palabra, de siervos, varones fieles que fueron proactivos, que el Señor los utilizó para que las cosas sucedieran, por ejemplo:

El rey David por su proactividad, hizo que el pueblo de Israel despertara su poder combativo, gracias a que su fe y confianza en el Señor eran tal, que enfrentó al temido Gigante Goliat sin titubear; Goliat se había convertido en la piedra de tropiezo que les impedía avanzar, con tan solo 5 piedras de río y su honda, terrenalmente hablando era imposible vencerlo, sin embargo, su fortaleza espiritual venía de Dios, ya que su corazón era conforme al corazón del Señor (1 Samuel 17) y sucedió maravillosamente; así mismo pasó con Moisés, cuando se encontró frente al mar rojo y el ejército del Faraón lo asediaba para destruirlo, su piedra de tropiezo, se puso a orar; pues, levantar sus manos y su vara no hubiese sido suficiente para hacer que el mar se dividiera, a menos que proactivamente obedeciera al Señor, esa fue la clave para hacer que sucediera (Éxodo 14); podríamos mencionar también a Elías, cuando en el monte de Carmelo, proactivamente confrontó a los falsos profetas de Baal, e hizo que descendiera fuego de los cielos, ocurrió gracias a que tenía temor de Dios desde su juventud y le seguía fielmente, siendo respaldado en todo (1 Reyes 18).

Por último podemos mencionar a Josué, aunque hay muchos más; la proactividad de este siervo de Dios, llamado a conquistar la tierra prometida, hombre que meditaba la palabra día y noche, hizo que se detuviera el Sol un día que necesito luz para finalizar una batalla con sus enemigos, a través oración y la fluida comunicación que tenía con el Señor, el Espíritu de Dios estaba en él; entonces, el pueblo de Israel pudo continuar con la lucha y derrotar a sus enemigos en Gabaón (Josué 10), en ninguno de los casos, los hijos de Dios, se tomaron la gloria para ellos, porque sabían que todo lo ocurrido provenía del poder del Dios.

Así son las cosas de Señor, tiene que haber hijos proactivos que hagan que las cosas sucedan cumpliendo la voluntad del Padre; es una responsabilidad ineludible y también por eso daremos cuenta, por eso, si iniciamos algo, como por ejemplo un ministerio, por mucho que lo deseemos concluir, si no somos diligentes, si no creemos, si no estamos convencidos ni oramos, si no buscamos la sabiduría de Dios ni tenemos la fe suficiente para mover montañas, ni leemos las santas escrituras, pues las cosas no sucederán por mucho que las deseemos, ya que nuestra proactividad no es tal; evaluemos lo que hizo Esteban, Pablo, Pedro y todos los apóstoles hombres que fueron proactivos, ellos dieron su vida sin escatimar esfuerzo, imitando al Señor Jesucristo, y hoy por hoy el Señor sigue utilizando a muchos siervos para que con su testimonio ayuden a inquietar al mundo y así el pueblo logré encontrase con Cristo; aunque muchos incrédulos estudian la manera para tratar de negarlo, porque para ellos eso es locura, no entienden que el amor te puede llevar a entregar tu vida sólo por la salvación de muchos; esto es fácil entenderlo cuando son nuestros hijos, padres o hermanos por quienes nos sacrificamos, pero que tal si es la esposa o esposo infiel, la vecina o vecino que tanto chismea, el jefe o el patrono que tanto te maltrata, será qué es la misma actitud.

Muchas personas confunden la proactividad con la iniciativa. La iniciativa no es un indicador de que se somos proactivos, por ejemplo hay personas que deciden todos los años, servir o convertirse a Cristo, pero siguen en la misma posición, son seres inertes que no crecen ni se mueven espiritualmente o peor aún inician procesos que nunca finalizan, porque son expertos en dejar ciclos abiertos y no son capaces de cerrarlos, aunque no obtengan resultados favorables; para ser proactivo debemos cerrar los ciclos, haciendo que las cosas ocurran, cerrar un ciclo sin obtener resultados positivos denota como está nuestra relación con el Señor, a menos que Él quiera enseñarnos algo más profundo que nuestra corta visión no nos permite observar.

Esta idea es un desafío a ser mejores cristianos, que solos los valientes y esforzados son capaces de asumir, dejar la apatía espiritual que tanto daño le ha hecho a la obra es el primer reto que debemos asumir, es hora de dejar de ser tan sólo oidores, cristianos light, que se acomodan a cualquier corriente, para convertirnos en hacedores de la palabra, varones de fe y santidad que asuman las enseñanzas de nuestro Salvador Jesucristo como estilo de vida, como un hábito espiritual que no produzca carga. Respóndase esta pregunta ¿Está dispuesto a pagar el precio por seguir a Jesús de verdad?, si su respuesta es sí, ¡Gloria a Dios!, Bienvenido, su recompensa será grande; pero si es negativa, debería evaluarse, porque eso indica que usted nunca será un hijo proactivo en el Señor, seguirá ocupando un puesto en una Iglesia, pero nunca será lleno del Espíritu Santo ya que lo que predomina en usted es la carne, así que decida. Dios les bendiga

Apocalipsis 3:20-21 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta {acción, hace que suceda}, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere {Con el poder del Espíritu}, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

PRÓXIMA ENTREGA:

2.     EL CÍRCULO DE CONVERSIÓN, No te lo pierdas!!!!, sigue este blogs, y te llegará automáticamente.



[1] Covey, S. (1989) “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona España.

[2] Ojeda, A.(2020) “10 Hábitos para el Tele-trabajo”, Conferencia.

2 comentarios:

  1. Excelente Lectura Bíblica hoy creo el Espíritu Santo lo ungio, sería bueno leerla todos los días. Y después de leerla dar testimonio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amén, esa es la meta, dar testimonio del Cristo que vive en nosotros. Dios te bendiga

      Eliminar