Hay una advertencia que aparece
en la palabra de Dios que muchas veces leemos pero lo dejamos pasar por debajo
de la mesa, dice que en los postreros días habrá tiempos peligrosos, donde el
hombre, producto de la carne, el mundo y el mal, se dejará dominar por la
desobediencia, el ego, la vanagloria, la soberbia, lo malo, la inmoderación, la
mentira, la crueldad, la traición, las tentaciones, etc.
Todo esto porque no se nos
ha revelado el temor a Dios o, peor aun, nos negamos a reconocer la autoridad del Padre por nuestra rebeldía, lo que trae como consecuencia que nos transformemos en personas
amadoras de nosotros mismos, deshonrosos para con nuestros padres, sin amor ni
afecto natural, implacables en el juicio, sin misericordia con el prójimo,
aparentando piedad pero negándonos a someternos eficazmente al Señor, por
falta de arrepentimiento y conversión.
2 Timoteo 3:2-5 “Porque habrá hombres
amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes
a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores,
intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados,
amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero
negarán la eficacia de ella;…”; Malaquías 1:6 “El hijo honra al padre, y el
siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿Dónde está mi honra? y si soy
señor, ¿Dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros,…”.
El libro de Romanos 13:1-3 dice “Sométase
toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de
parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien
se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten,
acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para
infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la
autoridad? haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella”; a estos versículos se les
ha dado múltiples connotaciones, por sabios, religiosos, políticos, líderes,
etc., sin embargo vamos a desmenuzarlo con ayuda del Espíritu Santo para tratar
de entender un poco de cuando se pierde la autoridad de Cristo.
¿CUÁNDO PERDEMOS LA AUTORIDAD?
Hay muchas razones por las cuales
se pierde la autoridad, pero nuestro enfoque se hará en base a lo que dice la
palabra, especialmente en Romanos, sustentados con la misma palabra en otros
pasajes:
1.
“Sométase TODA PERSONA a las autoridades
superiores”; cuando se habla de que toda persona se someta a la autoridades
superiores, se nos ha enseñado que debemos someternos a los policías, a los
militares, a los gobernantes, a los padres, a los sacerdotes (pastores), etc.,
pero principalmente y sobre todas las cosas al Señor, ya que Él no conoció el pecado
estando en la tierra porque santa es su esencia. Por eso, su llamado es hacernos santos como Él es santo; cuando no nos mantenemos en santidad toda
autoridad se pierde, la manifestación del pecado evidencia a quién nosotros
tributamos espiritualmente; un ejemplo sencillo se aprecia cuando un policía de
tránsito pierde la autoridad por extorsión (pecado), lo correcto es colocar una
multa (la disciplina) por cualquier violación o irregularidad cometida en una infracción, sin embargo el uniformado pasa por alto tal
transgresión, siempre y cuando el afectado pague por ese hecho, tributando al mal; muchos
caen pensando que evitarán un problema siendo un error, porque entramos en impureza
de espíritu y cosa aborrecible al Señor que es bueno y justo; Colosenses 3:5 “Haced
morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;”; Es evidente que se preserva
la investidura de la autoridad (como hijo de Dios), la cual pocos respetan, sin embargo por todo daremos cuenta al mismísimo Dios, porque Él es quien nos coloca en autoridad para se
cumpla la ley (palabra). Juan 19:11 “Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías
contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha
entregado, mayor pecado tiene”; 1 Samuel 13:13 “Entonces Samuel dijo a Saúl:
Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te
había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para
siempre”; Ezequiel 34:2 “…Así ha dicho
Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No
apacientan los pastores a los rebaños?”; Ezequiel 34:10-11 “Así ha dicho Jehová
el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su
mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán
más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más
por comida. Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar
mis ovejas, y las reconoceré”.
2.
“NO HAY autoridad sino de parte de Dios”; Adán
tuvo la autoridad al ser señor de todo ser viviente sobre la tierra inclusive
de Satanás hecho serpiente, sin embargo la perdió por no ejércela cuando le
tocaba; como hijos de Dios perdemos la autoridad de Cristo cuando nos
comportamos como varones sin firmeza de espíritu y desobedientes, abdicando a la
autoridad que el Señor me ha concedido en la cruz, entregándosela nuevamente al mal cuando, producto de mi concupiscencia, accedo al pecado por su incitación.
Génesis 1:26 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme
a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos,
en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la
tierra”; Génesis 3:17 “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu
mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita
será la tierra por tu causa…”; Juan 8:44 “Vosotros sois de vuestro padre el
diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer…”; Juan 12:31 “Ahora es el
juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”.
3.
“De modo que quien SE OPONE a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste”; Se pierde la autoridad cuando nos oponemos o
resistimos a la autoridad de Dios, perdemos la mirada de Cristo, no nos
sometemos a la voluntad del Padre, por falta de revelación o conversión; Mateo
16:23 “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!;
me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de
los hombres”; Jesús sometió su carne, su humanidad a la autoridad del Padre en
el monte de Getsemaní; Lucas 22:42 “diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí
esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
4.
“Los que resisten, ACARREAN CONDENACIÓN para sí
mismos”; Al tener actitud rebeldes hacia el Señor, siguiendo caminos extraños, acarreamos condenación para nuestras vidas, perdiendo la autoridad; es verdad
que Dios es misericordioso pero también es justo, no alcahuete del pecado, por
eso recibiremos la paga correcta dependiendo de cómo nos presentemos ante Él,
porque sólo Él pesa nuestros espíritus y no lo podemos engañar. Efesios 2:1-3 “…cuando
estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en
otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de
nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos
por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”; Proverbios 16:2 “Todos
los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los
espíritus”; Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte…”.
5.
“Porque los magistrados NO ESTÁN PARA INFUNDIR
TEMOR al que hace el bien, sino al malo”; Se pierde la autoridad cuando
queremos administrar la justicia desde nuestra propia humanidad infundiendo temor a través de la carne,
del mundo o el mal por falta de conversión; por ejemplo Satanás siendo el
príncipe de este mundo, trató de condenar a Jesús a muerte, sabiendo que era
inocente y Santo, pensó que siendo Cristo hombre había perdido su autoridad, y se
equivocó; Satanás perdió su autoridad obtenida con astucia, cuando Jesucristo subió a la cruz y murió, manifestándose
la autoridad y justicia de Dios al resucitar y presentarse ante todos como Señor de toda potestad. 1 Corintios
15:55-56 “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley”; 2
Timoteo 2:11 “Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos
con él”; Filipenses 1:21 “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es
ganancia”; Ezequiel 18:32 “Porque no quiero la muerte del que muere, dice
Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis”; Mateo 28:18 “Y Jesús se acercó
y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”.
6.
“¿Quieres, pues, no temer la autoridad? HAZ LO
BUENO, y tendrás alabanza de ella”; Si se quiere mantener la autoridad de
Cristo, hay que arrepentirse y apartase del pecado, temer al Señor, para que
seamos alabados por nuestras acciones, que nuestro testimonio sea lo bueno, lo
justo, lo honesto, lo verdadero, lo puro de la esencia de Dios, lo de buen
nombre, que sea nuestro pensamiento y acción en todo tiempo la de Cristo, y que
esto se convierta en un verdadero estilo de vida, no en palabras ni letra
muerta. Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo
lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”;
Santiago 1:22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos”; Hebreos 5:12 “Porque debiendo ser ya maestros, después
de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los
primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que
tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”.
REFLEXIÓN:
Quién tiene autoridad familiar, terrenal o
espiritual, y no se somete o sujeta a la autoridad de Dios, está cometiendo un
principio satánico; es como un ángel caído, que en vez de alabar al Señor está
escuchando la voz del mal, que lo tienta a satisfacer sus deseos y deleites trayendo condenación para sí mismo. La
autoridad es de Dios, quién pierde la autoridad, pierde a Dios, como Adán;
quizás podamos, terrenalmente, mantener una potestad sobre ciertas cosas, como
la mantuvo Saúl hasta el día de su muerte, pero ante los ojos de Dios ya estaba
muerto, por su rebeldía y desobediencia. Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes, dice la palabra, quién ejerza la autoridad dada por Dios,
debe someterse irreprensiblemente a Cristo, al control del Espíritu Santo, sin
justificaciones y con mucha humildad para recibir de su gracia, que su
testimonio hable por sí solo, que su fruto sea del Espíritu, debe ser testigo
fiel ante Dios y los hombres, haciendo obras dignas de arrepentimiento,
santidad y conversión, de lo contrario caerá en el descrédito y en los lazos
del diablo; 1 Timoteo 3:7 “También es necesario que tenga buen testimonio de
los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”.
Oración: Señor perdóname porque reconozco que hay veces que he perdido
la autoridad de Cristo que vive en mí, reconozco que no me he querido someter al
Espíritu Santo y muchos menos a las autoridades terrenales; también reconozco
que he sido juez porque he juzgado los pecados de otros, siendo tú el único que
lo puede hacer; toda autoridad que viene de ti, a ti se somete y sujeta; mi
carne, mi humanidad me hace fallar y caer, y no quiero declinar
entregándole la autoridad que tú me diste al mal; siento que cuando me enojo, grito,
regaño y señalo estoy abdicando ante el mal, perdóname; perdóname si me he
resistido a tu palabra, si no he amado como tú me has amado, no quiero ser
juez, ni quiero condenar a nadie porque no soy digno ni siquiera de desatarte
el calzado, por eso te entrego mi corazón, quiero pensar todo lo bueno, lo
honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo santo; Padre de los cielos si has
encontrado una virtud en mí, perdóname porque no la he sometido a ti correctamente.
Bendito seas mi Señor, Gracias porque me das tiempo para arrepentirme,
postrarme con un corazón contristo y humillado ante ti y recibir de tu perdón.
Si he dañado a mi prójimo, perdóname, si he pecado en contra tuya y contra mis
hermanos, perdóname; ya no quiero ser igual, quiero ser una nueva criatura;
arrepentido estoy, guárdame de hacer el mal, justificar mis falencias; quiero entregar todo en tus manos, para que obres con tu acción poderosa. Te amo mi Señor
Jesucristo. Amén
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