sábado, 7 de septiembre de 2019

EL ECO DEL ESPÍRITU



El Señor es perfecto en todo, hace apenas un año que celebrábamos el YOM KIPPUR, que es la fiesta del perdón en la iglesia, y no entendía el ¿Por qué?, recuerdo que el Señor decía a través del Predicador que el perdón era “estar libres de la condición de pecado para tener paz, gozo, experimentar la misericordia y el amor de Dios” y que era despojarse de toda carga, es decir, “habernos quitado una fuerte deuda cargosa, lo cual nos producía insomnio y ahora un profundo alivio y alegría”, para ello necesariamente debía ocurrir una conversión genuina en esta área del perdón, porque sin perdón no habrá presencia del Señor, Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio (tiempos del perdón)”; es importante entender que todo comienza con el amor; sin amor es imposible agradar a Dios, por eso está de primero entre las nueve características del fruto del Espíritu Santo.

Un año más a pasado y estamos entrando a nuestro noveno aniversario; es el año de probar de que material estamos hechos y sobre quien estamos edificados, como lo dice 1 Corintios 3:12-13 “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”; entonces queda de parte de nosotros evaluar, convertir y orientar (ECO) nuestras vidas espirituales, hacernos eco de lo que le Señor quiere para nosotros como parte del plan perfecto que ha diseñado para esta Iglesia, el cuerpo del Cristo: La Iglesia del Señor, Misión Internacional.

Son nueve las áreas que forman el fruto del Espíritu Santo, así como la iglesia es una sola y posee muchos miembros, cada miembro de este maravilloso fruto debe hacerse eco en mi vida:

A QUÉ LE ESTOY HACIENDO ECO:

1.   Al Amor. Amar no es un sentimiento, ni una emoción; es la acción del Espíritu en mí, es el verbo hecho carne, es dar sin recibir nada a cambio, ya que el amor todo lo sufre, es estar convencido que no estoy buscando lo mío, no hacer nada indebido, no se irrita, no guarda rencor, en él no hay envidia ni envanecimiento, es tener la revelación de la justicia y la verdad de Dios; porque el amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta; el amor no deja de ser. Quién no se hace eco del amor, se ha perdido o se le ha extraviado en su iniquidad, se ha perdido o extraviado de Dios. Porque Dios es Amor.

2. Al Gozo. 1 Pedro 4:13 dice que “…gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”; un hijo de Dios debe hacerse eco de los padecimientos como parte del cuerpo de Cristo; orar, rogar, sufrir, llorar, discipular, batallar, vencer, preocuparnos, entristecernos, alegrarnos, etc. con decoro, manteniendo el gozo y el orden del Señor que es parte de este proceso, debiendo esforzarnos a entrar en sintonía con el Espíritu Santo; 1 Corintios 12:24-25 “Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros”.

3.   A la Paz. Esto no es una opción, es un mandato de Dios; somos eco de la paz, porque a paz fuimos llamados, o somos hijos de guerra, rebeldes que nos negamos a morir a nuestro ego, desbocando nuestra maldad; 1 Pedro 3:11 “Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala”; Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Romanos 12:18 “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. El Señor nos exhorta y manda a buscar la paz, apacentar a las ovejas, apartándonos del mal, siguiendo caminos de santidad, nos quiere llevar a delicados pastos, aguas de reposo, para hacer descansar nuestras almas, es una decisión que definirá lo que recibiré de Dios; Isaías 40:11 “Como pastor apacentará su rebaño, en su brazo recogerá los corderos, y en su seno llevará; guiará con cuidado a las recién paridas”.

4.   A la Paciencia. Ser eco de la paciencia del Señor, es revestirse del discernimiento santo como hijos escogidos de Dios, de lo contrario seremos hijos bastardos, insensatos que traen beligerancia, provocación, violencia, ofensa y soberbia a nuestras vidas; Colosenses 3:12 “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia”; Proverbios 14:19 “El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez”.

5.   A la Benignidad. Al hacernos eco de la benignidad de Dios deseamos, con corazones puros y limpios, lo bueno de su esencia, la leche no adulterada de la palabra, disponiendo nuestro oído para crecer espiritualmente para salvación; desechando toda falsa doctrina, fabulas artificiosas que nos apartan de la verdad. 1 Pedro 2:2-3 “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor”; 2 Timoteo 4:3-4 “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”.

6.   A la Bondad. La bondad es en sí un eco, se manifiesta en un hijo de Dios en todo momento, especialmente a través de la compasión, justicia y obediencia, con un corazón lleno de perdón; Efesios 4:32 “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”; Salmo 145:17 “El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras”; Filipenses 4:5 “Vuestra bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca”.

7.   En la Fe. Nos hacemos eco del Señor cuando hemos aprendido a vivir por fe y no por lo que vemos, empezamos a llamar las cosas que no son como si fueran y vemos su gloria; 2 Corintios 5:7 “Vivimos por fe, no por vista”; Romanos 4:17 “…Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”.

8.   A la Mansedumbre. Esta área es un verdadero desafío para un hijo de Dios, porque hacerse eco de la mansedumbre, por lo general, demuestra disposición hacia la sabiduría, entendimiento, humildad, tolerancia, paciencia, buena conducta y amor entrañable pero con hechos palpables, con obras dignas de arrepentimiento, para así poder hallar descanso a un alma perturbada o corrupta por el mundo, muriendo al viejo hombre. Mateo 11:29 “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas”; Efesios 4:2 “Y que sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor”; Santiago 3:13 “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría”.

9.   A la Templanza. Ser eco del dominio propio es una tarea titánica, sin la presencia del Espíritu Santo; la templanza es la capacidad que tiene un hijo de Dios de apartarse del mal, de negarse a sí mismo, de morir a la carne, a los deleites y pensamientos oscuros, es dar paso a la santidad; es aprender a confiar en el Señor y desechar el temor. 2 Timoteo 1:7 “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”; Proverbios 4:17 “No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal”.

REFLEXIÓN.

Evaluarnos a cada instante de nuestras vidas, convertirnos renunciando a lo que más anhelamos y deseamos y que nos aparta de su presencia por amor a Cristo es el comienzo, sin embargo sino orientamos nuestras acciones, enderezamos nuestros pasos al Señor nada podemos hacer; esto no es fácil en la carne; no se quiere decir que debe andar en el Espíritu, para no pecar de petulante, sin embargo, el Señor conoce nuestros corazones, podemos pedirle al Padre que nos ayude a hacernos eco de su gloria; que se vea en mi su fruto, que sea yo testigo fiel del Cristo que vive en mí, pedir que nos ayude a arrepentirnos de corazón, disponiéndonos, ya eso es un gran avance al camino de perfección; anhelar y luchar con el Espíritu para obtener la corona de incorrupción y santidad, garantiza la victoria, porque el que esté firme vele de no caer; dar el paso de conversión día, tras día es para valientes, es impedir el paso al pecado, no es alcahuetearme, Dios conoce todo, hasta las intenciones del corazón y Él pesará nuestros espíritus y dirá si estamos aprobados para ingresar al Reino de los cielos. Mateo 12:33 “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol”; Mateo 3:8 “Haced, pues, frutos (Espirituales) dignos de arrepentimiento”; 1 Corintios 9:15 “Todo aquel que lucha (En la carne), de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros (los que luchamos en el Espíritu), una incorruptible”; 2 Juan 1:8 “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto (del Espíritu) de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo”; Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”.

Oremos: Padre de los cielos, reconozco que no me estoy haciendo eco de tu Espíritu, hay muchas áreas de mi vida que me negado a convertir: la ira, el critica, la injusticia, etc., quiero que tu Espíritu tome el control real de mi vida, para no seguir contristándolo; mi necedad, desobediencia, rebelde conducta impide que tenga una relación íntima contigo, y después vivo padeciendo por tu palabra, porque ando viviendo en mi antigua manera de vivir, mi semblante se transfigura en tinieblas, mis entrañas se ensorbencen y cargan hasta que siento que pierdo tu paz, perdóname Señor, no soy digno de llamarme hijo tuyo. Que torpe he sido, mi terquedad balaamica ha sido tal, que ya los asnos casi hablan; te pido que cambies mi corazón endurecido por uno sensible a ti. Ya está bueno de padecer por culpa de mi pecado y como el hijo pródigo vengo a ti, para que limpies mi vida, me ponga otros vestidos, lo único que pido es someterme a tu voluntad; estar preparado para tu pronta llegada, quiero que veas en mí el hijo manifiesto, el Cristo vivo y que tu amor sea testimonio para edificación de los más débiles. Te amo Padre Santo, siempre me esforzaré en agradarte y ser ofrenda grata para honor y honra tuya, guárdame y mantenme firme en la debilidad y fortalece también a mis hermanos, que como cuerpo de Cristo somos uno solo. Te amo Jesucristo. Amén…

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