Cuando estaba muy niño, escuchaba muchas veces unas campanitas, tilín-tilín,
que anunciaban el paso del heladero (polero), corría a pedirle a Machin (Mi
madrina), un real (50 céntimos de bolívar) para comprar un polo de naranja con
crema, muchas veces se repitió está escena durante años, mientras fui
creciendo. Una vez ella no se encontraba en casa, pero ella siempre dejaba el
monedero dentro de la gaveta de los cuchillos y tenedores, me acerque
sigilosamente y tome un fuerte (5 bolívares), ya había aumentado el sabroso
helado, y salí corriendo a perseguir a tan esperado amigo. Ella al revisar su
carterita me preguntó si había agarrado plata de la cartera, a lo que dije que
¡No!, porque sabía que me iba a castigar.
Posteriormente en otra oportunidad escuche la ansiada y oportuna
campanita, salí corriendo a tratar de cometer mi fechoría, pero ella también se
acercó y se escondió para no ser descubierta, en el momento que abrí la gaveta
y tome el dinero, escuché un fuerte grito: ¡Alto ahí, muchacho!; capturándome
con las manos en la masa, me imagino que dentro de su mente paso la palabra “Alto
ahí, pillo, ladronzuelo”, y entonces la noble mujer con contundencia, pero llena
de amor, procedió a disciplinarme y aplicar correspondiente el castigo. Esa
acción cambió mi vida para siempre, porque desde entonces me enseñó a que no
debía hurtar nunca más y si necesitaba algo debía pedirlo, principio que he
mantenido desde entonces; ahora el Señor ha traído palabra a mí, enseñándome algo
diferente, que comentaré a continuación:
Un “Ladrón” es aquella persona que hurta o roba algo, es decir que tiene por
costumbre u oficio el apropiarse de cosas que no le pertenecen, despojando a
otros. Entre los sinónimos que se tienen de ladrón están: saqueador, timador, malhechor,
atracador, maleante, cuatrero, usurero, estafador, entre otros. Se trata, entonces,
de una persona que delinque y sus delitos deben ser castigados por la ley. Es robo
si se hace uso de cualquier tipo de violencia o de intimidación, mientras que es
hurto si no participa la fuerza, ni el enfrentamiento, sino que se actúa de forma
oculta y silenciosamente efectuando el daño.
Al Investigar el origen etimológico encontramos que término ladrón posee dos raíces: (a) La
primera la encontramos en la antigua Roma donde se usaba la palabra del latín latro para señalar a los soldados que realizaban labores de
escolta del emperador o se les había encomendado la tarea de custodiar alguna mercancía
de valor a estos últimos también se les llamaban mercenarios. El verbo latrocinare significaba «servir en el ejército», pero algunos de esos servidores
del ejército solían tener la mano larga, por lo que de vez en cuando robaban alguna
de las mercancías que vigilaban, cogiendo tan mala fama que con el tiempo a aquel
que robaba se le comenzó a llamar latro o latronis que dio paso al vocablo “ladrón” que hoy en día conocemos;
(b) por otro lado, del griego λάτρον (latron) que significa contratar, pagar y es
vinculada con λατρεία (latria) que es la acción de dar un servicio o culto,
derivándose en idolatría.
Al escudriñar las santas escrituras, el Señor puede enseñarnos por
revelación, muchas cosas ocultas que hay que discernirlas en el Espíritu para
poderlas entender su profundidad acerca de lo que es un Ladrón y sus acciones.
Tenemos la tendencia a creer que el Ladrón es satanás o cualquier potestad del
mal, que sagazmente en oscuridad, vienen a hurtar, matar y destruir mi vida
como dice la palabra; Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir…”; sin embargo al verlo en revelación ese ladrón podemos ser nosotros
mismos (alma, cuerpo o espíritu) que tratamos de hurtar, matar y destruir
nuestras vidas, la vida del prójimo o nuestros semejantes inclusive robar o
hurtar al mismísimo Dios.
¿OTRAS FORMAS DE
ROBAR?
1. Al hurtar o robar la paz del prójimo, la mía, la de Dios,
por la rebeldía buscamos de cualquier forma encender el furor, agrediendo a
otros de manera física, verbal, emocional o espiritualmente, impidiendo que se
nos revele la paz de Cristo; Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no
os la doy como el mundo la da…”; ya que actuamos en la carne: con ira, orgullo,
pleito, confrontación directa u oculta, sembrando odio y resentimiento en
nuestros corazones a sabiendas que es pecado. Gálatas 5:13 “Porque vosotros,
hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como
ocasión para la carne…”; Santiago 4:17 “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace,
le es pecado”; Números 22:22 “Y el furor de Dios se encendió porque él iba; y
el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo…”.
2. Mintiendo consentidamente, con “libertad”, tratando
de justificar nuestra condición de pecado, destruyendo con alevosía mi vida
espiritual y la de otros, siendo piedra de tropiezo para los más débiles, buscando
destruir la obra del Señor con manipulaciones e intereses ocultos. Levítico
19:11 “No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro”; 1 Corintios
8:9 “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los
débiles”; 1 Juan 3:8 “El que practica el pecado es del diablo…”.
3. Cometiendo injusticia, hacer acepción de personas
apartar el amor de Dios, cree tener su nido en alto, formar grupos sectarios, dejando
practicar el amor fraternal con todos los hermanos por igual, amando nada más al
que me ama o me agrada, haciendo o actuando mal con otros es decir soy un “mal-hechor”. Mateo 23:25 “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro
estáis llenos de robo y de injusticia”; Efesios 6:9 “Y vosotros, amos, haced
con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y
vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas”; Habacuc
2:9 “¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, para poner en alto su
nido, para escaparse del poder del mal!”.
4. Al matar la palabra, no práctica lo que predica, hiero
de muerte a otros al sembrar cizaña, la maldad que atesora mi corazón, la fe
fingida, el falso testimonio, derramando la sangre del Cristo y pisotearla, impidiendo
que Dios tome el control de mi vida. Mateo 13:25 “pero mientras dormían los
hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue”; Romanos
13:9 “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso
testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se
resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
5. Al idolatrar, reclamando mis derechos pero me olvido
de los derechos de los otros, no nos apropiamos del perdón y misericordia de
Dios, no somos capaces de ser misericordiosos y dar perdón a otros, somos unos religiosos
más, vivimos recordando el pasado, volviendo a nuestro vómito. Isaías 10:1-2 “¡Ay
de los que decretan estatutos inicuos, Y de los que constantemente escriben
decisiones injustas, Para privar de justicia a los necesitados, Para robar de
sus derechos a los pobres de Mi pueblo, Para hacer de las viudas su botín, Y
despojar a los huérfanos!”; Isaías 43:18 “No os acordéis de las cosas pasadas,
ni traigáis a memoria las cosas antiguas”.
6.
Oprimiendo y poniendo cargas a otros,
esclavizándolos a un yugo que inclusive nosotros no somos capaces de llevar, igualmente
al retener el salario de otros, no entregar la sal de Dios, evitando cumplir el
mandato de id y hacer discípulos. Deuteronomio 24:7 “Cuando fuere hallado alguno que hubiere hurtado a uno de sus
hermanos los hijos de Israel, y le hubiere esclavizado, o le hubiere vendido,
morirá el tal ladrón…”; Levítico 19:13 “No oprimirás a tu prójimo, ni le
robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana”.
7.
Teniendo un corazón corrompido, una
lengua dada a la destrucción y la muerte; mi alma, cuerpo y espíritu les falta firmeza
y rectitud, están enfermos, codician y anhelan las cosas del mundo, admiten el pecado,
siembran muerte y oscuridad en mí y en la vida de otros, exponen sus vergüenzas
por andar desnudos, buscando coberturas humanas, olvidando que la única
cobertura que debemos tener que es la del Señor Jesucristo. Salmo 91:1 “El que
habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente”;
Proverbios 24:2 “Porque su corazón piensa en robar, e iniquidad hablan sus
labios”.
8. Al robar la gloria al mismísimo Dios y a otros, es
decir, que un hijo de Dios recibe el honor, la gloria, el mérito, los
beneficios, las felicitaciones o el crédito por el trabajo de alguien más o de
sus dones dados por el Altísimo, sabiendo que es por pura misericordia de Dios,
despojándolo de lo que no me pertenece. Ezequiel 24:21”Di a la casa de Israel: Así
ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo profano mi santuario, la gloria de vuestro
poderío, el deseo de vuestros ojos y el deleite de vuestra alma; y vuestros hijos
y vuestras hijas que dejasteis caerán a espada”. Malaquías 1:6 “…Si, pues, soy
yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová
de los ejércitos a vosotros…”; Proverbios 22:23 “Porque Jehová juzgará la causa
de ellos, Y despojará el alma de aquellos que los despojaren”; Habacuc 2:8 “Por
cuanto tú has despojado a muchas naciones, todos los otros pueblos te despojarán,
a causa de la sangre de los hombres, y de los robos de la tierra, de las ciudades
y de todos los que habitan en ellas”.
Oremos: Señor que vergüenza tengo contigo, he estado por
años robándote tu gloria, robándole la paz a otros inventándome cuentos
extraños para tratar de no perdonar al que me ofende, olvidándome que estoy
hurtando la sal que tú me diste para dar a otros, esa misma sal que me ha
purificado, sanado mis heridas, ha enderezado mis pasos y traído bendición y
prosperidad de mi alma. Reconozco que vivo idolatrándome, queriendo ponerme a mí,
mis habilidades, mi inteligencia, mi fuerza por encima de ti, dándome cuenta
que he asaltado tu palabra, matándola y pisoteando tu sangre. Perdóname Señor,
gracias te doy por abrir mis ojos, quiero decir como dijo Pablo un día: “Ya no
vivo yo, sino que Cristo vive en mi”; expulsar a este ladrón que controla mi
vida y sentar a tu glorioso Espíritu Santo. Padre dispuesto y decidido estoy a
ponerme a cuentas contigo, escucha mi ruego y suplica y lávame de mis transgresiones, en poderoso nombre de tu hijo amado Jesucristo. Amén
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